Diego Bravo y Mariela Rosero
Lo ha intentado en cuatro ocasiones y no lo ha conseguido. Alejandro Hidrovo es un médico general, de 34 años, que ha participado, del 2012 al 2016, en concursos para obtener una beca y seguir un posgrado financiado por el Ministerio de Salud (MSP), en cirugía general, sin resultar elegido entre miles de aspirantes.
La Cartera de Salud ha suscrito convenios con 18 universidades para la formación de especialistas. Del 2013 al 2016, a través del Proyecto de Fortalecimiento del Talento Humano, ha invertido USD 111 millones, de un total de 300 millones disponibles hasta el 2020.
Pese a ese esfuerzo, cada vez que hay una convocatoria se evidencia una demanda que supera la oferta. Eso confirman directores de posgrado y decanos de las facultades.
La falta de cupos es un problema, opina Leonardo Bravo, director ejecutivo de la Asociación de Facultades de Ciencias Médicas y de la Salud (Afeme). Afirma que "hace 15 años se graduaban unos 500 médicos al año y había 200 cupos para posgrados. Ahora más de 2 000 jóvenes se forman y como máximo hay 500 plazas de especialidad".
El decano de Medicina de la U. Central, Ramiro López, cuenta que en el último concurso del 2016, para 16 especialidades hubo 299 cupos y se inscribieron 6 100 médicos generales. Se escogió a quienes acreditaron las mejores calificaciones, experiencia, publicaciones e investigaciones.
Luis Eguiguren, director de Especialidades Médicas de la U. San Francisco de Quito, anota que el año pasado hubo más de 50 profesionales para 10 plazas en posgrados de neurocirugía y neonatología.
Susana Alvear, coordinadora de los posgrados de Medicina de la U. Católica, indica que en la última convocatoria para 15 especialidades hubo 262 plazas y 5 361 aspirantes.
"La universidad debe responder a las necesidades de salud", apunta Andrés Egas, director de Normatización de Talento Humano del MSP. Subraya que no depende del Ministerio la apertura de posgrados ni el número de cupos.
Admite que en las últimas convocatorias hubo 8 335 postulantes entre la Central, Católica y USFQ y solo 815 cupos.
El MSP junto con la Comisión de Salud del Consejo de Educación Superior (CES) analizan la pertinencia de un curso. Para eso revisan la brecha (déficit-excedente) de ciertos especialistas. El CES confirma que haya un tutor o profesor por cada cuatro estudiantes, en buena parte de posgrados. En otros como Neurociguría, la exigencia es 1 a 1.
A diferencia de otros profesionales, un pediatra o un cirujano no se forman, anota Egas, en las aulas. Sino en el servicio en unidades de salud y supervisado por tutores.
Egas comenta que han pedido a las universidades formar genetistas, por ejemplo. Pero que la respuesta es "si me dan los tutores", para diseñar la malla y dar las clases. En el 2016 volvieron 103 profesionales titulados en Cuba en genética clínica, anestesiología, nefrología, entre otras. Se espera que ellos además de devengar su beca (dos años por cada año de formación) en hospitales, sean contratados por instituciones de educación superior.
La esposa de Hidrovo estudia Medicina Familiar en la Católica. Al igual que él, intentó varias veces hasta ingresar.
Lo mismo pasó con Miguel Bolaños, quien estudia y trabaja al mismo tiempo en el Hospital E. Alfaro del IESS, con beca. Eso no ocurre con su compañera de aula, Silvia Zuquillo, quien se costea su posgrado. Labora en una clínica privada. Optó por inscribirse en el sistema de autofinanciamiento. "Aún así es difícil porque miles de personas quieren ingresar".
En promedio, por cada becario, al año, el Estado invierte en centros públicos y privados, entre USD 20 000 y 25 000. Si la formación dura tres años son unos 65 000. En Imagenología, en la Central, por cuatro años, la inversión total es de USD 81 000. En la Católica, 92 000.
En el Hospital Andrade Marín, del IESS, en Quito, los posgradistas están en el 50% de servicios, lo que en términos de trabajo científico es positivo. Eso sostiene el doctor Andrés Calle, coordinador general de docencia. Eran 121 alumnos en anatomía patológica, cirugía general, ginecología y obstetricia, imagenología, terapia intensiva, emergencias, nefrología, entre otros. 36 de ellos terminaron su formación.
Ante la poca oferta, hay médicos generales que buscan estudiar afuera. Unos lo hacen por su propia cuenta. Y otros son becarios en el . Según datos de la Senescyt, 3 659 becas para estudios de especialización de médicos en el extranjero se entregaron entre 2007 y 2015.
Todos los médicos generales apuestan por una especialidad pues la gente busca eso -dice- el Decano de la Central, en donde se gradúa al 33% de profesionales en esta rama.
FuenteLo ha intentado en cuatro ocasiones y no lo ha conseguido. Alejandro Hidrovo es un médico general, de 34 años, que ha participado, del 2012 al 2016, en concursos para obtener una beca y seguir un posgrado financiado por el Ministerio de Salud (MSP), en cirugía general, sin resultar elegido entre miles de aspirantes.
La Cartera de Salud ha suscrito convenios con 18 universidades para la formación de especialistas. Del 2013 al 2016, a través del Proyecto de Fortalecimiento del Talento Humano, ha invertido USD 111 millones, de un total de 300 millones disponibles hasta el 2020.
Pese a ese esfuerzo, cada vez que hay una convocatoria se evidencia una demanda que supera la oferta. Eso confirman directores de posgrado y decanos de las facultades.
La falta de cupos es un problema, opina Leonardo Bravo, director ejecutivo de la Asociación de Facultades de Ciencias Médicas y de la Salud (Afeme). Afirma que "hace 15 años se graduaban unos 500 médicos al año y había 200 cupos para posgrados. Ahora más de 2 000 jóvenes se forman y como máximo hay 500 plazas de especialidad".
El decano de Medicina de la U. Central, Ramiro López, cuenta que en el último concurso del 2016, para 16 especialidades hubo 299 cupos y se inscribieron 6 100 médicos generales. Se escogió a quienes acreditaron las mejores calificaciones, experiencia, publicaciones e investigaciones.
Luis Eguiguren, director de Especialidades Médicas de la U. San Francisco de Quito, anota que el año pasado hubo más de 50 profesionales para 10 plazas en posgrados de neurocirugía y neonatología.
Susana Alvear, coordinadora de los posgrados de Medicina de la U. Católica, indica que en la última convocatoria para 15 especialidades hubo 262 plazas y 5 361 aspirantes.
"La universidad debe responder a las necesidades de salud", apunta Andrés Egas, director de Normatización de Talento Humano del MSP. Subraya que no depende del Ministerio la apertura de posgrados ni el número de cupos.
Admite que en las últimas convocatorias hubo 8 335 postulantes entre la Central, Católica y USFQ y solo 815 cupos.
El MSP junto con la Comisión de Salud del Consejo de Educación Superior (CES) analizan la pertinencia de un curso. Para eso revisan la brecha (déficit-excedente) de ciertos especialistas. El CES confirma que haya un tutor o profesor por cada cuatro estudiantes, en buena parte de posgrados. En otros como Neurociguría, la exigencia es 1 a 1.
A diferencia de otros profesionales, un pediatra o un cirujano no se forman, anota Egas, en las aulas. Sino en el servicio en unidades de salud y supervisado por tutores.
Egas comenta que han pedido a las universidades formar genetistas, por ejemplo. Pero que la respuesta es "si me dan los tutores", para diseñar la malla y dar las clases. En el 2016 volvieron 103 profesionales titulados en Cuba en genética clínica, anestesiología, nefrología, entre otras. Se espera que ellos además de devengar su beca (dos años por cada año de formación) en hospitales, sean contratados por instituciones de educación superior.
La esposa de Hidrovo estudia Medicina Familiar en la Católica. Al igual que él, intentó varias veces hasta ingresar.
Lo mismo pasó con Miguel Bolaños, quien estudia y trabaja al mismo tiempo en el Hospital E. Alfaro del IESS, con beca. Eso no ocurre con su compañera de aula, Silvia Zuquillo, quien se costea su posgrado. Labora en una clínica privada. Optó por inscribirse en el sistema de autofinanciamiento. "Aún así es difícil porque miles de personas quieren ingresar".
En promedio, por cada becario, al año, el Estado invierte en centros públicos y privados, entre USD 20 000 y 25 000. Si la formación dura tres años son unos 65 000. En Imagenología, en la Central, por cuatro años, la inversión total es de USD 81 000. En la Católica, 92 000.
En el Hospital Andrade Marín, del IESS, en Quito, los posgradistas están en el 50% de servicios, lo que en términos de trabajo científico es positivo. Eso sostiene el doctor Andrés Calle, coordinador general de docencia. Eran 121 alumnos en anatomía patológica, cirugía general, ginecología y obstetricia, imagenología, terapia intensiva, emergencias, nefrología, entre otros. 36 de ellos terminaron su formación.
Ante la poca oferta, hay médicos generales que buscan estudiar afuera. Unos lo hacen por su propia cuenta. Y otros son becarios en el . Según datos de la Senescyt, 3 659 becas para estudios de especialización de médicos en el extranjero se entregaron entre 2007 y 2015.
Todos los médicos generales apuestan por una especialidad pues la gente busca eso -dice- el Decano de la Central, en donde se gradúa al 33% de profesionales en esta rama.
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