miércoles, 24 de abril de 2013

Malas prácticas para ingresar a la universidad

Querer ingresar a la universidad y forjarse una carrera profesional, usando la habilidad y las malas prácticas de otras personas nada santas, no es precisamente un ejemplo del que nos podamos enorgullecer por estos días, ni mucho menos el referente que queremos para nuestros niños y jóvenes, quienes hoy se están abriendo paso en la vida. Y es que querer sacarle la vuelta a la vida y al deber ser, desde tan jóvenes, ya nos da un indicativo del camino fácil por el que quieren ir estos chicos y que ojalá, esta decisión equivocada de buscar suplantadores para ingresar a la universidad, la hubieran tomado solos. No quisiéramos pensar que en estas andanzas también estén envueltos los padres de familia, porque entonces sí que el problema sería mayor, porque ¿cómo entender que un padre o una madre arrojen a su propia sangre por el camino de la perdición y le arruinen la vida? Afortunadamente, las autoridades han puesto al descubierto a los presuntos implicados en la suplantación y hoy los jóvenes se encuentran bajo investigación, hasta determinar la responsabilidad en los hechos. Sin embargo, la pregunta es: ¿qué pasará en adelante con los postulantes que pretendieron ganar el ingreso a la Universidad Nacional de Piura, con la “ayuda” de malas prácticas ajenas?, ¿qué sanción recibirán para que no vuelvan a repetir la historia y aprendan la lección? Las autoridades y la sociedad necesitan aplicar una sanción ejemplar a estos chicos, porque si hoy les dejamos pasar esta mala acción, ellos y quienes estén envueltos en semejante vergüenza, creerán que se puede ir por la vida, haciendo de las suyas, sacándole la vuelta a la ley, burlándose de los chicos que sí estudian y si en esta oportunidad contrataron suplantadores, porque no son capaces de rendir un examen, qué podrán hacer mañana. Ellos necesitan saber que hicieron mal, que se equivocaron y que el camino equivocado que habían escogido, solo los conduce a la perdición y a la vergüenza, que ayer sin duda ya la sintieron. De las autoridades, de sus padres y de nosotros, depende que estos chicos enmienden su camino y mañana miren a la vida con respeto y honestidad.

 

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