Hace 21 años, este mes, mis padres viajaron
Aunque parezca mentira —y a pesar de muchos temores— dos inmigrantes estrictos y de mentalidad tradicional enviaron a su única hija a una universidad lejana, para que se convirtiera en el primer miembro de la familia que obtuvo un título universitario. Apenas puedo creer todos los milagros que debieron ocurrir para que yo llegara allí.
Y son milagros lo que necesitan los estudiantes universitarios, en primera generación, a fin de superar las casi imposibles barreras de una educación universitaria. Eso es, al menos, lo que describe uno de los filmes más deprimentes que he visto. First Generation, un documental de 2011 sobre cuatro estudiantes de escuela secundaria que luchan por ingresar a la universidad, muestra lo que sucede cuando esos milagros no se producen.
Adam y Jaye Fenderson, directores del filme, cuentan una impactante historia con personajes amalgamados, de lo difícil que es para los estudiantes de bajos ingresos hasta decidir asistir a la universidad, y mucho más aún lograr superar el proceso de solicitud y asistencia financiera.
Lo interesante de los actores escogidos por los Fenderson es que los estudiantes —un atleta de un barrio urbano deprimido, una camarera de un pueblo, una bailarina de folklore de Samoa, y la hija de un campesino migrante— no se ajustan en absoluto a estereotipo alguno.
Estos estudiantes se parecen mucho más a la mayoría de los alumnos de secundaria que sueñan con ir a la universidad. Algunos son académicamente brillantes y otros, como mucho, regulares. Trabajan, participan en clubes escolares y se destacan en los deportes.
Algunos tienen familias acogedoras y cariñosas, y otros apenas si hablan con sus padres —cuando estos forman parte de su vida. Cada uno de ellos experimenta la dolorosa disonancia de tener seres queridos que algunas veces los alientan para ir a la universidad y otras los hacen sentir culpables por irse de casa y dejar la familia.
Pero el principal temor es el dinero. Y los directores nos muestran, en forma cruda, la preocupación de las familias de bajos recursos sobre cómo pagar una educación. Sin tener familiares o amigos que sean graduados universitarios, la universidad es un lugar lejano y místico.
En una escena angustiante, la madre de Keresoma, el bailarín samoano grandote pero dulce, muestra su desconcierto. "No sé cómo son las cosas, si tienes que tener, como... ¿cuánto la universidad?" pregunta. "¿Tienes que tener la cantidad total al mismo tiempo? ¿Es así? Quiero decir, no sé. Pero encontraré la manera".
Keresoma lanza este aterrador aparte: "No tengo dinero ahorrado aún para la universidad, pero este tipo me está ayudando y, él dice, mmm... Massachusetts, mmm... Harvard University, te pagan para ir a la universidad. Así es que ahí es donde estoy pensando ir".
El narrador, el actor Blair Underwood, señala para el público que con un promedio de 3.0, es poco probable que entre en una universidad tan selectiva.
En otras instancias observamos cuando el consejero de la escuela pregunta a los estudiantes —uno de ellos sin padre ni hogar y otros dos, con una madre sola, que se apoya en ellos— si pueden pedir dinero a sus familiares para pagar la universidad. Uno de ellos, totalmente despistado, dice a un estudiante huérfano: "Muchas veces los miembros de la familia pueden aportar también algo de dinero. Los tíos y las tías, los abuelos han conseguido ahorrar algo de dinero [para la universidad".
Y esas son solo unas pocas de las tragedias diarias detalladas en First Generation. Odio arruinar el final, pero al igual que el 59% de los estudiantes de bajos ingresos que, según este documental, cumplen los requisitos para asistir a universidades de primera categoría, ninguno de los cuatro protagonistas entra ni en una universidad que haya elegido ni en una que sea apropiada para sus destrezas académicas.
Por eso es importante ver First Generation.
Su distribución en cines ha sido limitada y se está organizando la distribución en DVD y on-demand, pero el filme ya se ha estrenado en toda la nación en festivales de cine, universidades y organizaciones sin fines de lucro. Ha sido transmitido en TV de circuito cerrado en escuelas públicas de todo el país y en el Capitolio, para miembros de la Casa Blanca, el Congreso y el Departamento de Educación.
Si a usted le importa que la universidad sea más accesible para estudiantes de bajos ingresos, esté atento a este filme o, mejor aún, ponga en práctica lo que pide: Sea tutor/mentor de un estudiante, proporcione una pasantía, hable en un aula y done fondos a organizaciones sin fines de lucro, a fondos de becas, a programas después de las clases y a organizaciones de preparación universitaria.
Por: Esther Cepeda
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