Ingresar a la universidad implica realizar un trabajo cognitivo y una disposición afectiva de preparación, que exige la presencia de ciertas condiciones en los individuos que acceden a ella y que no las cumplen, siendo la principal el no saber utilizar horas efectivas para estudiar. Esto, al no ingresar a la universidad se convierte en desengaño, fracaso o infortunio.
Así lo consideró la doctora Eva Caballero Jiménez, psicóloga del hospital Sisol, quien precisó que las frustraciones o sentimientos de culpa en los adolescentes se producen porque desde pequeños los padres les han infundido temor o miedo, o la cultura del hijo que todo lo puede, de tal manera que cuando tienen que enfrentar situaciones como la de ingresar a la universidad y no tienen al lado a los padres o los profesores que los apoyen, no saben cómo hacerlo.
La psicóloga indicó que si estas reacciones negativas no son identificadas y tratadas pueden producir miedos nuevos y repetitivos, asimismo el adolescente puede presentar poca capacidad de controlar sus impulsos, enojos frecuentes acompañados de llanto, sufrir de pesadez, dolores de cabeza así como dificultad para dormir, y en muchos casos poco o excesivo apetito.
La especialista recomendó a los padres de familia tener en cuenta salir del mundo acelerado en el que viven, ya que el éxito no es malo, pero si tenemos una opinión muy limitada de lo que significa les haremos un daño porque perderemos la capacidad de registrar las alertas corporales conductuales y emocionales que indican necesidad de parar.
"Al perder este registro tendremos unos adolescentes colapsados, agotados y agobiados, por ello corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, enfatizó. Agregó que una buena orientación vocacional es fundamental, con un seguimiento acertado y efectivo por lo menos en sus 3 últimos años de estudio escolar, y mejor si es de manera personal y no grupal como se acostumbra.
Caballero Jiménez sugirió a los padres como tratamiento para los jóvenes que se sienten frustrados no mezclar el rendimiento con el amor que se les tiene, también decirles que una nota o un puntaje no es su DNI, asimismo priorizar momentos de charla en la familia, aunque sea para conversar “de nada”, y fortalecer en los hijos las responsabilidades y derechos por lo que son y no por su rendimiento académico.
Finalmente, la especialista aconsejó a los adolescentes que del 100% de la carrera que escojan esta debe dividirse en 70% corazón y 30% por cuestiones económicas, porque lo que escojan será para toda su vida, y para ello deben desterrar la idea de seguir la tradición profesional de la familia, o escoger una carrera porque está de moda o solo nos da dinero.
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