domingo, 2 de marzo de 2014

Elección de carreras

La forma en que los nuevos alumnos distribuyen sus inscripciones en las carreras universitarias constituye un dato valioso para conocer hacia dónde se orienta la juventud para construir su futuro. Diversas motivaciones pueden gravitar en el proceso de decisión, sea que se trate de vocaciones definidas tempranamente, sea que influyan especialmente la tradición o el consejo familiar, sea que prevalezca la atracción de nuevas propuestas profesionales presentadas en el menú que ofrecen las casas de estudios.

Un criterio básico de la orientación vocacional es que la definición nazca de la personalidad juvenil, pues de esa manera se da un paso fundamental en el camino de su madurez y, por otra parte, el futuro profesional asume por sí mismo la responsabilidad del esfuerzo que los estudios exigen. Ese planteo no inhibe la demanda lógica de información o asesoramiento a proveer al interesado en un trance de esta significación.

En un momento del país como el actual, ciertos hechos al alcance de muchos pueden estimular una elección. El auge del negocio minero o de las demandas del sector salud parece relacionarse con el aumento de estudiantes geología, ingeniería en minas o de otras ramas de la ingeniería, lo mismo que de enfermería, kinesiología y fonoaudiología. No obstante, el efecto de las últimas novedades con respecto al estado actual de una carrera antes que determinantes de una elección puede constituir solamente el refuerzo de una decisión positiva o negativa.

Por otra parte, al elegir qué estudiar, dónde estudiar o -quizás más importante- por qué estudiar determinada carrera, la decisión a de pasar por la necesaria reflexión de que la carrera elegida supone una definición de vida y que tal trascendencia impone optar por una institución que garantice una formación de excelencia y allí ni los ofertones de computadores de última generación ni los descuentos de dinero son precisamente aval de aquello.

La palabra clave en este sentido es “información”. De la calidad pedagógica de los docentes, de la oferta formativa integral que entrega el plantel, de la capacidad de disponer de campos reales para el ejercicio profesional.

Debe confiarse en la seriedad de los procedimientos elegidos por quienes están a cargo de estos procesos y en su capacidad para producir resultados que den informaciones confiables a la comunidad, en un complejo territorio donde lo subjetivo puede llegar a pesar más allá de lo conveniente.

Así como es deseable que los jóvenes que iniciarán en este año su carrera hayan elegido en función de una deliberación reflexiva, también es fundamental señalarles la importancia de que se mantengan informados acerca de la evolución que siguen las carreras elegidas, pues las innovaciones son constantes dentro de una sociedad en la cual crecen incesantemente conocimientos y recursos tecnológicos, en tanto que el mercado laboral se torna más exigente y reclama mayor formación. Por ello, el porvenir de los jóvenes requiere ir unido a un esfuerzo de perfeccionamiento continuo.

Es atinado insistir, por lo tanto, en la necesidad de que se realice en la enseñanza media un proceso orientador por el cual los adolescentes vayan tomando conocimiento del complejo panorama del trabajo y la profesión en tiempos de una economía que ha tomado dimensiones globales y en la cual las innovaciones científicas y tecnológicas obligan a una actualización continua y a ganar en capacidades adicionales para satisfacer las futuras demandas. Ese es un aporte que el sistema educativo no tiene que dilatar más en ofrecer a la generalidad de los estudiantes secundarios.

 

 

 

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