“Prohibido prohibir” es la primera novela de Carola Ferrari, quien indaga sobre la Reforma Universitaria de 1918.
“1918 no fue un año para olvidar”, así comienza la sinopsis de “Prohibido prohibir”, la novela de Carola Ferrari que aborda con rigor histórico y con una narrativa atrapante todo lo acontecido en torno a la Reforma Universitaria. La Córdoba estudiantil, la Córdoba de las ideas avanzadas, la Córdoba de la lucha y la rebelión, es el marco en el que se desarrolla este relato que tiene como eje el pasional romance entre Delfina y Gregorio.
La autora cuenta a LA MAÑANA todos los detalles de ésta, su primera novela, editada recientemente por El Emporio Ediciones.
- ¿Cómo surgió la idea de una historia contextualizada en la época de la Reforma Universitaria de Córdoba?
- Mi primera línea de investigación tuvo que ver con el ingreso de las mujeres a la Universidad. Yo tenía conocimiento de que no era sencillo por los relatos de una abuela materna que fue una de las primeras estudiantes de Córdoba. Después, cuando fui universitaria estudiamos Mitre, Sarmiento y Avellaneda y analizamos la perversidad del sistema educativo en cuanto a la imposibilidad sistemática que tenía la mujer para ingresar a la casa de altos estudios. Por un lado las mujeres egresaban de la Escuela Normal, recibidas de maestras y con ese título ya debían estar contentas y satisfechas. Pero si tenían otras aspiraciones, deseos o inquietudes, el sistema les ofrecía un sinfín de trabas: debían rendir exámenes que validaran sus conocimientos. Luego de rendir exámenes, las mujeres que quisieran ingresar a la Universidad necesitaban una autorización de algún miembro de la familia que fuera hombre.
En realidad me apasionó reconstruir el camino y la lucha que debieron transitar “otras” para que nosotras gozáramos de derechos que por desconocer nuestra historia, creíamos que eran “naturales”. Y me fascinó conocer la lucha de las mujeres de principio de siglo.
Luego de estar sumergida en estas mujeres ávidas de conocimientos, me reencontré con la Reforma Universitaria de 1918 y volví a enamorarme. El Manifiesto es un documento vivo, un documento vigente. Yo tenía muchas frases grabadas que fueron un poco el timón de esta investigación: “Los dolores que quedan, son las libertades que faltan…”.
- ¿Cómo fuiste enlazando lo histórico con la ficción?
- Fue bastante complicado, ya que la ficción yo la tenía armada en mi mente y en el ordenador como si fuera una película que uno va recordando y entretejiendo. Y la Reforma la fui conociendo desmembradamente, uniendo hechos, leyendo, estudiando, humanizando a los personajes que hicieron de ese movimiento algo de trascendencia mundial. Entonces quería respetar lo que hicieron nuestros reformistas, pero a la vez convertir a los personajes -que ya existían en mi mente- en alumnos reformistas.
- ¿Con qué se va a encontrar el lector en «Prohibido prohibir»?
- En la primera parte de la novela se van a encontrar con los personajes de ficción… la Reforma empieza a gestarse en 1917 cuando el Consejo Superior decide cerrar el Hospital Nacional de Clínicas, pero hasta mediados de 1918 los incidentes son menores. Entonces en la primera parte del libro se va reflejando cómo crece y se constituye un comité Pro Reforma y a la vez el lector conoce a los personajes de ficción y se empapa de su historia personal. Luego de la mitad empieza la vorágine de hechos, tanto desde lo social y del comité, como de la vida misma de los personajes.
- El título es sugestivo, fuerte, ¿qué buscabas reafirmar?
- El nombre elegido tiene un fuerte significado, pertenece a un gran autor Cordobés: Deodoro Roca, quien fue el redactor del Manifiesto Liminar y uno de los gestores intelectuales de la Reforma. Deodoro fue un gran escritor y un luchador incansable por los postergados. De ideales fuertes y convicciones asombrosas. Elijo el título un poco para sacar de las sombras a este autor a quien admiro profundamente. A la vez “Prohibido prohibir”, me gustaba para significar la no prohibición de la mujer en sectores que en ciertos momentos de la historia le eran privativos.
Los estudiantes del Mayo Francés traen a cuenta ideales de nuestros reformistas y el mundo asocia directamente “Prohibido prohibir” con el movimiento de los parisinos. Yo quería volver a vincularlo con los cordobeses y con los argentinos, una forma de gritar: “Prohibido prohibir es nuestro. Es Cordobés, es Argentino”. Es una tarea más complicada de lo que imaginé, porque incluso luego de la presentación del libro, pasó un señor y miró el libro y me dijo: “Prohibido prohibir igual al Mayo Francés”.
- ¿Cómo definirías a los personajes protagónicos de la novela?
- Constantemente quise ofrecer personajes bien humanizados. Por otro lado quise que sus actos fueran semilla para que se gestara, en algunos aspectos, parte de la sociedad que hoy tenemos.
- Ésta es tu primera novela publicada, ¿cuál es el mayor desafío que representa para vos este libro?
- Mi mayor desafío es el lector. En un primer momento fue escribir lo que tenía deseo de escribir y cuando la obra estuvo lista me sentí absolutamente satisfecha. Ahora que el libro circula, quiero que genere una revolución. Que los cordobeses exijan leer a Deodoro Roca, que el Museo Casa de la Reforma desborde de visitas, que Argentina le pida a Francia que nos devuelva nuestro Prohibido prohibir. Que las mujeres no se olviden nunca de Juana Manso, ni de Teresa de Morini, ni de Alicia Justo.
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