En muchos países es algo ya tradicional. Por ejemplo, en Estados Unidos son cada vez más los jóvenes que se toman un semestre o un año sabático antes de ingresar a la universidad, e incluso hay escuelas públicas que ofrecen la alternativa de prolongar el nivel secundario. En Santiago, últimamente se ha escuchado a ciertos estudiantes plantearse esta alternativa.
¿Pero qué es un año sabático? Es un tiempo entre la graduación del colegio secundario y el ingreso a la universidad, en el que los jóvenes quieren realizar alguna actividad particular, como trabajo comunitario, cursos para fortalecer un segundo o tercer idioma, pasantías laborales, etc.
Para algunos psicopedagogos, esta etapa tiene algunos beneficios, como la oportunidad para madurar y adquirir responsabilidades distintas a las que se requieren en el colegio, entre otros.
Para la psicopedagoga santiagueña Ana Gálvez en tanto, esta etapa “no es positiva de ninguna manera”, ya que básicamente hace que se pierda el ritmo de estudio, que después cuesta recuperarlo.
Lo cierto es que este lunes, los chicos que cursan los últimos años del secundario, retomarán la última etapa de este ciclo dentro de su vida de estudiantes, y no son pocos los que analizan la posibilidad de tomarse su tiempo, “un año sabático” para ver qué hacen de sus vidas.
Etapa difícil
Este fenómeno del “año sabático” que pretenden los chicos, no deja de preocupar a psicopedagogos y psicólogos, ya que tiene que ver más que nada con una etapa de indefiniciones en la vida del adolescente o joven, que puede encerrar algún conflicto familiar, lo cual es conveniente abordar oportunamente.
“Creo que esto los chicos lo ven como un descanso a ese correlato en su etapa educativa que viene desde la primaria. Estas propuestas tienen o bien un contexto económico o una indefinición en la vocación del chico. Si es económico, tiene que ver la situación familiar, entonces quieren probar de trabajar para poder después de un año retomar los estudios, pero al cabo de ese tiempo ya formaron una familia o adquirieron otros compromisos y cambian valor por educación. Después se les hace imposible volver a estudiar”, analiza Gálvez.
Si el problema es vocacional, asegura la profesional que es un poco tarde para abordar el tema, por lo que sugiere una alternativa sin dejar de estudiar.
“Lo aconsejable es seguir una carrera corta con rápida salida laboral, ya que eso puede entusiasmar al joven, y al tiempo brindarle la posibilidad de seguir una carrera mayor”, especifica.
Ana Gálvez sostiene que la orientación vocacional “no se trata de un test, sino de un proceso que se debe tomar con su debido tiempo”.
Análisis
“Lo ideal sería que la orientación vocacional del joven se aborde desde el cuarto año del ciclo secundario, porque generalmente suele aparecer algún conflicto familiar que se debe abordar con mucho cuidado para que el chico puede encontrar su camino. Esto debe ser un proceso en el que se involucre a varios profesionales, como un psicólogo, un pisicopedagogo, un docente. La orientación debe ser una terapia”, indicó.
Advirtió también que muchas veces el entorno familiar suele ser perjudicial cuando los padres tratan de imponer alguna carrera universitaria a sus hijos, porque en la familia existen médicos, abogados o contadores, y eso les ha garantizado un buen pasar.
Se debe tener en cuenta que la vocación es un llamado que es particular para cada uno, los padres de un niño pueden tener determinadas expectativas, pero la elección final estará a cargo del joven que debe escuchar cuáles son sus capacidades y sus tendencias laborales para tener una correcta elección de la carrera a seguir o el trabajo en el cual desempeñarse.
lunes, 28 de octubre de 2013
Año sabático: la propuesta de muchos jóvenes antes del período universitario
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